Que puedo decir, éste sin duda,
está siendo un verano muy movido. Mi silencio cibernético se debe a que he
estado de vacaciones y sin acceso a Internet. Una maravilla. Ahora, de vuelta
al mundo real, no me queda sino volver a encender la pantalla del ordenador y
enfrentarme de nuevo al mundo.
Por segundo verano consecutivo la
crisis me deja sin pisar la arena de la playa. No es que yo sea muy playera
precisamente, pero cuando prescindes de algo, lo echas de menos
irremediablemente. Algunos pensaran, ¡pero si se acaba de casar! ¡ si ha estado
de luna de miel en Nueva York!, cierto, pero tanto la boda como el viaje se
pagaron sólos con lo que nos dio la gente (si, incluso en época de crisis), por
eso no contratamos la luna de miel hasta el último momento. Sin embargo, llega
el verano, el calor, y como decía la canción en Madrid, no hay playa, vaya,
vaya.
En fin... y como mi ahora marido
continua sin trabajo, nos hemos ido por segundo verano a un piso que tienen mis
padres en la sierra, que por lo menos se está fresquito y hay piscina. Y no me
quejo, porque hay mucha gente que no tiene ni eso, por no tener, no tiene casi
ni para comer. Como ya he comentado por aquí alguna vez, España se hunde en el
Mediterráneo.
Ha sido un mes de julio dominado
por la prima de riesgo, el rescate a los bancos, el agujero de las
autonomías... vamos que a quien le importa el inicio de los Juegos Olímpicos.
Pero yo por mi parte, y haciendo gala de mi imperturbable optimismo, y
acordándome de mi abuela que como vea que me hundo vuelve del más allá para
darme una colleja, me apunté a los cursos de verano del Escorial.
¡Qué experiencia! desde luego se
la recomiendo a todos aquellos que tengan un mínimo de interés por la cultura.
Ha sido con mucho lo mejor de este verano. Y así, retomando un poco lo que
debería ser el espíritu de este blog, he hecho un curso de Literatura inglesa,
bueno, para ser más exactos, ha sido un curso centrado en el bicentenario de
Dickens, y la muerte de Stoker, el título era: De Dickens al autor de Drácula,
dos aniversarios victorianos.
Dirigía el curso Luis Alberto de
Cuenca, un hombre del que he terminado con el convencimiento de que sabe
absolutamente de todo. Hubo ponentes de todo tipo, conocidos, menos conocidos,
que ponían fotos, que ponían vídeos, que leían la conferencia, que no hablaban
de nada y que se limitaban a contar la amistad que les unía a la subdirectora
del curso... pero en general he aprendido mucho. Ahora sé que Dickens tuvo una
infancia desgraciada, con un padre encerrado en una cárcel de deudores (que yo
no sabía ni que existían) y trabajando más de 10 horas en una fábrica de betún,
a lo Oliver Twist. También sé que tuvo tanto éxito en vida que la gente le
escribía cartas para influir en los argumentos de las obras que publicaba por
entregas, y que incluso en los Estados Unidos les esperaban con pancartas de
queja por matar a uno de sus personales.
Siempre me ha encantado Dickens.
El primer libro que leí fue Canción de Navidad (por favor, Canción de Navidad,
no Cuento de Navidad, el original es a Christmas Carol, no a Christmas Tale), y
la fuerza del principio "Marley estaba muerto", me arrastró para
siempre a un universo plagado de tramas imposibles y finales asombrosamente
felices. En el curso se analizó sobre Historias de dos ciudades, que según mi
profesora de inglés, que aparte de angloparlante es filóloga, es su gran obra,
sin embargo, yo prefiero Grandes Esperanzas, o Grandes Expectativas, que sería
la traducción correcta. Probablemente se deba a mi carácter, soy optimista por
naturaleza, aunque a veces por lo que escribo en este blog que de me sirve de
desahogo, no lo parezca, pero es así,
siempre trato de ver la parte positiva de todo, porque todo tiene arreglo,
menos la muerte, y precisamente yo siempre he visto ese pensamiento a lo largo
de toda la obra de Dickens, pero más que en ningún otro libro, lo vi en Grandes
Esperanzas. Porque siempre puede llegar alguien y cambiarte la vida, porque
nunca sabes cual puede ser la repercusión positiva de tus actos.
Otra cosa curiosa que no sabía, y
que me llamó mucho la atención, fue que en Inglaterra llevaba más de 150 años
sin celebrarse
la Navidad,
porque fue prohibida por Cromwell, hasta que vio la luz Canción de Navidad, y
tuvo tanto éxito que volvió a celebrase gracias a él. Uno de los ponentes decía
que él llevaba toda la vida buscando las navidades de Dickens, sin éxito, y lo
que es más, que creía que Dickens, había inventado el concepto moderno de
Navidad. Nunca lo había pensado, pero me parece una reflexión más que adecuada.
Las ponencias sobre Stoker fueron
muy diferentes. Creo que como todos los del curso, he leído Drácula, y soy una
gran fanática de la
Literatura gótica, y de los vampiros auténticos (es decir,
aquellos que no son vegetarianos), pero desconocía prácticamente todo sobre la
vida de su autor.
Bram Stoker, nació en Dublín, en
el seno de una familia de clase media. Hijo de un funcionario, estudió en el
Trinity College, y acabó él mismo siendo funcionario, situación de la que le
sacó su amor por el teatro. Eso le llevó
a ser crítico teatral y trabar amistad con el gran actor del momento, Henry
Irving, quien finalmente le contrató como su secretario personal, y le llevó
con él a Londres. Fue allí en aquel ambiente teatral, cuando dio rienda suelta
a su genio literario.
Cuando nos hablaron de los
antecedentes de los vampiros, se remontaron a asirios y sumerios, lo que
implica que el mito del no muerto, es tan antiguo como la Civilización Occidental.
Lo que no sabía que es que en la misma noche que Mary Shelley crea a su
monstruo de Frankenstein, Polidori, médico personal de Lord Byron escribe El
vampiro (que no es otro de el propio Byron, por quien se siente maltratado)
primer antecedente real de Drácula.
La conferencia que más me gusto,
fue de un profesor de Literatura Inglesa, Antonio Ballesteros, que fue quien
más nos habló del Stoker persona, y del proceso de creación del mito,
ilustrando su charla con fotos de su casa natal, de los escenarios reales que
le inspiraron los novelados. Sencillamente fantástico.
Otra cosa que no sabía, es que la
primera adaptación al cine de la novela, Nosferatu de Murnau, se llama así para
tratar de no pagar derechos de autor a la viuda de Stoker, lo que no le sirvió
de nada, porque era una irlandesa peleona (celta tenía que ser, como mi abuela)
y le ganó un pleito.
En el curso nos proyectaron
Historia de dos ciudades, que me encantó, y Nosferatu, que me dormí, lo siento,
después de comer no es el mejor momento para visualizar películas mudas.
Terminé el curso, con un
sentimiento de tiempo bien empleado, de que era lo mejor que podía haber hecho
con una de mis semanas de vacaciones. Eso sin contar, con la gente que conoces,
afín a ti, con tus mismos gustos y aficiones. Gente con la puedes decir que te
apasiona La palabra de Dreyer, y no te miren con cara de ¿ein?, o que el
emplazamiento del curso (un más que magnífico Euroforum Felipe II) te hace
sentir que estás en el hospital de la Montaña mágica, sin tener que explicar nada. Lo
cierto, es que a veces sentí un poco de complejo de inferioridad frente a
alguno de mis compañeros, que planteaban preguntar a los asistentes, que a mi
ni por un momento se me habrían pasado por la cabeza, no sólo porque no habría
sabido formularlas, sino porque directamente no fui capaz de seguir su razonamiento.
Y que conste, que no me refiero a esas personas que están encantadas de
escucharse a si mismas, y que en lugar de formular una pregunta, se lanzan a
demostrar su amplio nivel cultural, y prácticamente dar otra conferencia.
La bibliografía que tengo del
curso, es tan amplia, que no sé si voy a tener tiempo material de leerlo todo,
y sinceramente, no me siento capaz de reproducirla por entero aquí. Pero si, me
voy a permitir recomendar la librería de una compañera con la compartí el
curso, una de esas maravillosas librerías de viejo, o de libro antiguo y de
ocasión, se trata de la librería Zaitegui, en San Lorenzo del Escorial (calle
Gobernador), si pueden, no dejen de visitarla.