lunes, 30 de julio de 2012

¡Qué comiencen los Juegos Olímpicos!

Recientemente pudimos ver la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres, esos que casi nos adjudican a nosotros, y que gracias a la diosa Fortuna no nos fueron adjudicados (como no los hubiésemos pagado con abrazos...). He de reconocer que la ceremonia me gustó. Tuvo un arranque lento y sencillo, con esa recreación de la campiña inglesa, pero luego se impuso un ritmo ágil y continuado, el mismo que impidió la recreación en el desfile a los deportistas, permitiendo que una vez más el Reino Unido hiciera gala de esa gran virtud que tan ajena nos resulta a los pueblos mediterráneos, y que no es otra que la famosa puntualidad británica.

Hubo varios momentos memorables, como a Kenneth Branagh recitando a Shakespeare, el homenaje a los sindicatos en la revolución industrial, Mister Bean parodiando Carros de fuego (ese país no sería el mismo, sin el humor, británico, of course), James Bond recogiendo en helicóptero a la reina de Inglaterra, o J.K. Rowling leyendo a ese otro gran mito que es Peter Pan, que no olvidemos que es londinense, pues no en vano nació en Hyde Park.

Mención aparte merece el homenaje a la Literatura infantil. Desde luego es innegable el don que tienen sus autores para hacer soñar a los niños, Peter Pan, el Viento en los sauces, Mary Poppins, 101 Dálmatas, Harry Potter, Alicia en el País de las Maravillas.... todos ellos surgieron de la pluma de autores británicos. Ahora, el homenaje al sistema nacional de salud, sigo sin entenderlo bien, si todos sabemos que tienen la peor Seguridad Social de Europa, en fin no es algo como para sentirse orgulloso.

Aunque sin duda alguna el gran protagonista fue la música, de hecho seguro que en unas semanas tendremos en todas las tiendas el CD con la música de los Juegos. El toque final fue Paul McCartney tocando al piano Hey Jude.

¿Qué fue muy británica? sin duda alguna, pero es lo que tienen, que estaban en la capital del Reino Unido. Además, es la ventaja de estar en un país con tanta Historia y bagaje cultural como Gran Bretaña. Pocos países podrían haber rellenado tantas horas de ceremonia con música pop/rock de tanta calidad, y totalmente nacional. Desde luego en España lo habríamos tenido complicado, ¿qué habríamos puesto? porque el magnífico pop de los 80 no es precisamente internacional, así que quedaría reducido a Eva María se fue, La Macarena, El aserejé, y como punto final podríamos poner a Manolo Escobar cantando Que viva España, vamos igualito que los Beatles, los Rolling, o David Bowi.

Y es que pocos países tienen tantos iconos que ya lo son de todos.

Bueno, nosotros podríamos haber puesto a Don Quijote y Sancho Panza atravesando el estadio en busca de algún lugar de La Mancha. Y en pintores les ganamos por goleada, ahora, los cuadros no son tan bailables. Si hasta en Barcelona 92 cantó Fredy Mercuri que era inglés. Claro que si ellos tuvieron voluntarios con tambores, nosotros soltamos la tamborrada de Calanda, y ahí queda eso.
 
Desde luego supieron sacarle partido a su propia idiosincrasia, y eso es algo a reconocer.

sábado, 28 de julio de 2012

De Dickens al autor de Drácula: dos aniversarios victorianos.

Que puedo decir, éste sin duda, está siendo un verano muy movido. Mi silencio cibernético se debe a que he estado de vacaciones y sin acceso a Internet. Una maravilla. Ahora, de vuelta al mundo real, no me queda sino volver a encender la pantalla del ordenador y enfrentarme de nuevo al mundo.

Por segundo verano consecutivo la crisis me deja sin pisar la arena de la playa. No es que yo sea muy playera precisamente, pero cuando prescindes de algo, lo echas de menos irremediablemente. Algunos pensaran, ¡pero si se acaba de casar! ¡ si ha estado de luna de miel en Nueva York!, cierto, pero tanto la boda como el viaje se pagaron sólos con lo que nos dio la gente (si, incluso en época de crisis), por eso no contratamos la luna de miel hasta el último momento. Sin embargo, llega el verano, el calor, y como decía la canción en Madrid, no hay playa, vaya, vaya.

En fin... y como mi ahora marido continua sin trabajo, nos hemos ido por segundo verano a un piso que tienen mis padres en la sierra, que por lo menos se está fresquito y hay piscina. Y no me quejo, porque hay mucha gente que no tiene ni eso, por no tener, no tiene casi ni para comer. Como ya he comentado por aquí alguna vez, España se hunde en el Mediterráneo.

Ha sido un mes de julio dominado por la prima de riesgo, el rescate a los bancos, el agujero de las autonomías... vamos que a quien le importa el inicio de los Juegos Olímpicos. Pero yo por mi parte, y haciendo gala de mi imperturbable optimismo, y acordándome de mi abuela que como vea que me hundo vuelve del más allá para darme una colleja, me apunté a los cursos de verano del Escorial.

¡Qué experiencia! desde luego se la recomiendo a todos aquellos que tengan un mínimo de interés por la cultura. Ha sido con mucho lo mejor de este verano. Y así, retomando un poco lo que debería ser el espíritu de este blog, he hecho un curso de Literatura inglesa, bueno, para ser más exactos, ha sido un curso centrado en el bicentenario de Dickens, y la muerte de Stoker, el título era: De Dickens al autor de Drácula, dos aniversarios victorianos.

Dirigía el curso Luis Alberto de Cuenca, un hombre del que he terminado con el convencimiento de que sabe absolutamente de todo. Hubo ponentes de todo tipo, conocidos, menos conocidos, que ponían fotos, que ponían vídeos, que leían la conferencia, que no hablaban de nada y que se limitaban a contar la amistad que les unía a la subdirectora del curso... pero en general he aprendido mucho. Ahora sé que Dickens tuvo una infancia desgraciada, con un padre encerrado en una cárcel de deudores (que yo no sabía ni que existían) y trabajando más de 10 horas en una fábrica de betún, a lo Oliver Twist. También sé que tuvo tanto éxito en vida que la gente le escribía cartas para influir en los argumentos de las obras que publicaba por entregas, y que incluso en los Estados Unidos les esperaban con pancartas de queja por matar a uno de sus personales.

Siempre me ha encantado Dickens. El primer libro que leí fue Canción de Navidad (por favor, Canción de Navidad, no Cuento de Navidad, el original es a Christmas Carol, no a Christmas Tale), y la fuerza del principio "Marley estaba muerto", me arrastró para siempre a un universo plagado de tramas imposibles y finales asombrosamente felices. En el curso se analizó sobre Historias de dos ciudades, que según mi profesora de inglés, que aparte de angloparlante es filóloga, es su gran obra, sin embargo, yo prefiero Grandes Esperanzas, o Grandes Expectativas, que sería la traducción correcta. Probablemente se deba a mi carácter, soy optimista por naturaleza, aunque a veces por lo que escribo en este blog que de me sirve de desahogo,  no lo parezca, pero es así, siempre trato de ver la parte positiva de todo, porque todo tiene arreglo, menos la muerte, y precisamente yo siempre he visto ese pensamiento a lo largo de toda la obra de Dickens, pero más que en ningún otro libro, lo vi en Grandes Esperanzas. Porque siempre puede llegar alguien y cambiarte la vida, porque nunca sabes cual puede ser la repercusión positiva de tus actos.

Otra cosa curiosa que no sabía, y que me llamó mucho la atención, fue que en Inglaterra llevaba más de 150 años sin celebrarse la Navidad, porque fue prohibida por Cromwell, hasta que vio la luz Canción de Navidad, y tuvo tanto éxito que volvió a celebrase gracias a él. Uno de los ponentes decía que él llevaba toda la vida buscando las navidades de Dickens, sin éxito, y lo que es más, que creía que Dickens, había inventado el concepto moderno de Navidad. Nunca lo había pensado, pero me parece una reflexión más que adecuada.

Las ponencias sobre Stoker fueron muy diferentes. Creo que como todos los del curso, he leído Drácula, y soy una gran fanática de la Literatura gótica, y de los vampiros auténticos (es decir, aquellos que no son vegetarianos), pero desconocía prácticamente todo sobre la vida de su autor.

Bram Stoker, nació en Dublín, en el seno de una familia de clase media. Hijo de un funcionario, estudió en el Trinity College, y acabó él mismo siendo funcionario, situación de la que le sacó su amor por el teatro.  Eso le llevó a ser crítico teatral y trabar amistad con el gran actor del momento, Henry Irving, quien finalmente le contrató como su secretario personal, y le llevó con él a Londres. Fue allí en aquel ambiente teatral, cuando dio rienda suelta a su genio literario.

Cuando nos hablaron de los antecedentes de los vampiros, se remontaron a asirios y sumerios, lo que implica que el mito del no muerto, es tan antiguo como la Civilización Occidental. Lo que no sabía que es que en la misma noche que Mary Shelley crea a su monstruo de Frankenstein, Polidori, médico personal de Lord Byron escribe El vampiro (que no es otro de el propio Byron, por quien se siente maltratado) primer antecedente real de Drácula.

La conferencia que más me gusto, fue de un profesor de Literatura Inglesa, Antonio Ballesteros, que fue quien más nos habló del Stoker persona, y del proceso de creación del mito, ilustrando su charla con fotos de su casa natal, de los escenarios reales que le inspiraron los novelados. Sencillamente fantástico.

Otra cosa que no sabía, es que la primera adaptación al cine de la novela, Nosferatu de Murnau, se llama así para tratar de no pagar derechos de autor a la viuda de Stoker, lo que no le sirvió de nada, porque era una irlandesa peleona (celta tenía que ser, como mi abuela) y le ganó un pleito.

En el curso nos proyectaron Historia de dos ciudades, que me encantó, y Nosferatu, que me dormí, lo siento, después de comer no es el mejor momento para visualizar películas mudas.

Terminé el curso, con un sentimiento de tiempo bien empleado, de que era lo mejor que podía haber hecho con una de mis semanas de vacaciones. Eso sin contar, con la gente que conoces, afín a ti, con tus mismos gustos y aficiones. Gente con la puedes decir que te apasiona La palabra de Dreyer, y no te miren con cara de ¿ein?, o que el emplazamiento del curso (un más que magnífico Euroforum Felipe II) te hace sentir que estás en el hospital de la Montaña mágica, sin tener que explicar nada. Lo cierto, es que a veces sentí un poco de complejo de inferioridad frente a alguno de mis compañeros, que planteaban preguntar a los asistentes, que a mi ni por un momento se me habrían pasado por la cabeza, no sólo porque no habría sabido formularlas, sino porque directamente no fui capaz de seguir su razonamiento. Y que conste, que no me refiero a esas personas que están encantadas de escucharse a si mismas, y que en lugar de formular una pregunta, se lanzan a demostrar su amplio nivel cultural, y prácticamente dar otra conferencia.

La bibliografía que tengo del curso, es tan amplia, que no sé si voy a tener tiempo material de leerlo todo, y sinceramente, no me siento capaz de reproducirla por entero aquí. Pero si, me voy a permitir recomendar la librería de una compañera con la compartí el curso, una de esas maravillosas librerías de viejo, o de libro antiguo y de ocasión, se trata de la librería Zaitegui, en San Lorenzo del Escorial (calle Gobernador), si pueden, no dejen de visitarla.