Hace años leí un libro que se
titulaba "Cuando Hitler robó el conejo rosa", en el una periodista
británica, de origen alemán, narraba su infancia y adolescencia huyendo del
nazismo y la II Guerra Mundial. De clase alta, apenas era una niña pequeña
cuando, de forma apresurada, tiene que huir de Berlín junto a sus padres y
hermano mayor ante el ascenso del nazismo, ya que están a punto de detener a su
padre, un intelectual de izquierdas y judío. Dado lo apresurado de la huída se
van casi con lo puesto, lo que la impide llevarse consigo su peluche favorito,
un conejito rosa, de ahí el título del libro.
En un primer momento huyen a
Suiza, a un cantón de habla alemana, donde viven seguros y felices un tiempo,
sin embargo, su sobrevenida mala situación económica a consecuencia del hecho
de ser refugiados, hace que marchen a París donde su padre encuentra un
trabajo. Las cosas en Francia son al principio un poco más difíciles, no habla
el idioma, no conoce las costumbres... Su madre se tiene que quedar en casa cuidando
de su familia, algo que no ha hecho nunca, teniendo que aprender incluso a
cocinar, porque siempre ha tenido servicio. Pero cuando todo va un poco mejor
(menos en lo económico) Hitler invade Francia, por lo que inician un nuevo
viaje, esta vez definitivo, al Reino Unido, cuando la protagonista ya es una
adolescente.
Leí ese libro cuando tenía la
misma edad que la protagonista al final de la novela, fue un regalo de mi
abuela paterna. No sé muy bien como llegó a sus manos, y aunque ella durante la
guerra civil española sólo se fue de Madrid a Valdepeñas (también siendo una
adolescente), para evitar los bombardeos, se había sentido profundamente
identificada con lo que contaba el libro, con el sentimiento de pérdida de la
que ha sido tu vida que ya nunca volverá a ser igual. Y es que todas las
guerras son al final la misma mierda.
Este libro ha vuelto a mi memoria
los últimos días, tras ver un video en Internet (en un más que sorprendente y
perfecto inglés) de un civil en Alepo despidiéndose del mundo, medio cagándose
en la ONU, diciendo que saben que les van a matar, y preocupado básicamente por
su hija. La historia de un país en el que el pueblo reclama democracia, y por
ello se levanta, lo que acaba desembocando en una terrible guerra civil, en el
que mueren miles de personas ante la pasividad del mundo, sin que nadie haga
nada, mirando para otro lado, y generando un gran oleada de refugiados que son
hacinados en campos, puede ser la historia de Siria en 2016, o puede
curiosamente puede ser la de España en 1936, sólo que esta vez ni siquiera hay
brigadistas internacionales. ¿Cuál es la diferencia? pues no lo sé, a Franco le
apoyó Hitler, a Bashar al Assad le apoya Putin, entre tiranos anda el juego.
Puede que ni Madrid ni Guernica sean Alepo o Srebreniça, y que los republicanos
que huyeron de España no fueran ni la mitad de los refugiados que han llegado a
Europa en los últimos tiempos (aunque dieron lugar al mayor campo de
concentración de la II Guerra Mundial, por delante de los de los nazis. Y por cierto,
dormían en la arena de una playa en Francia, no tenían ni las tiendas de
campaña que les dan ahora, y si, también había niños), pero desde luego la
indiferencia internacional si que es la misma.
Me gustaría poder decirles a los
ciudadanos sirios que el tiempo lo cura todo, pero cualquier español, al igual
que cualquier bosnio, serbio, croata, macedonio, les podrá decir que no es así,
que no hay décadas que cierren las heridas de una guerra civil, como mucho se
envolverán en una amnesia colectiva para poder seguir adelante. Yo nací en
1978, y todavía hubo quien recordó que era nieta de un rojo, y no deja de ser
llamativo que aún a día de hoy no se puede comentar abiertamente en España que
la muerte indiscriminada de militantes, o supuestos militantes, de partidos de
izquierdas en la España de Franco, fue declarada como genocidio por la ONU . Y
es que después de la guerra no viene la paz, sino la victoria.
La guerra de España fue un ensayo
de la II Guerra Mundial, esperemos que Siria no sea un ensayo de algo más,
porque entre esta guerra, Putin, Trump, y el yihadismo, a mi la situación ya me
empieza a dar muchísimo miedo.
Pero volviendo al libro sobre el
que hablaba al inicio, me rompe el corazón ver a los niños huyendo de sus
hogares. Yo tengo dos niños pequeños y pienso en como les afectaría vivir una
guerra, tener que dejar su casa, su cuarto, sus juguetes como la protagonista,
no puedo evitarlo se me saltan las lágrimas al pensarlo. Los niños siempre son
niños, da igual su nacionalidad. Y lo
mismo me ocurre al pensar en los adultos, lo duro que tiene que ser dejar tu
casa, tus cosas, tus recuerdos de toda una vida, para empezar de cero vete a
saber cómo ni dónde. Y eso en el mejor de los casos, porque estarían vivos. Es algo que ha ocurrido y ocurre siempre en todas las
guerras, y es una mierda.