domingo, 25 de septiembre de 2011

El día del juicio mortal

Acabo de terminar de leer el último libro de Charlaine Harris, "El día del juicio mortal", que hace el número once de la saga de los libros de Sookie Stackhouse, y que ha inspirado la serie de televisión True blood.

SPOILER:

En este nuevo libro nos encontramos a Sookie viviendo con su primo Claude, y su tío abuelo Dermot, que se han mudado con ella después que Niall sellara el mundo feérico. Según dicen, es porque se han quedado solos y necesitan la cercanía a otras hadas. Huumm ¿tiene Claude algún plan oculto? en este libro se insinua, pero no lo desvela, habrá que esperar al siguiente.

Por otro lado, el antes loco Dermot, es ahora una amable persona que solo quiere vivir con su sobrina. ¿Otro plan oculto? en este caso creo que no.

Además, Sookie descubre que en el Hooligans, el bar de Claude, se han reuniendo todas las criaturas feéricas (descubrimos que solo hay hadas, también están los siniestros elfos) que se han quedado fuera de su mundo. ¿Eso es por qué realmente necesitan estar juntas o por qué traman algo? nuevamente habrá que esperar al siguiente libro.

Fiel a su tradición durante los diez libros anteriores, Harris habre interrogantes que no responde, para dejarnos con la miel en los labios, y abalanzarnos a la siguiente entrega según se publique.

Pero si que descubrimos algo nuevo. El señor Cataliades, al que conocimos en libros anteriores por ser el abogado, medio demonio, de la reina vampira de Louisiana, resulta que era también íntimo amigo del abuelo de Sookie (el de verdad, Fintan el hada), y visitó al nacer tanto al padre y la tía de Sookie, así como a ella misma y su hermano Jason. ¿Qué buscaba?, pues parece ser que algunos humanos al nacer tienen algo llamado chispa esencial, que les permite tener más sensibilidad hacia el mundo sobrenatural. La abuela de Sookie la tenía, y era herencia es lo que Cataliades buscaba, porque hizo un regalo a Fintan, aquel de sus descendientes medio humanos que tuvieran la chispa esencial, heredaría la capacidad de ser telépata, capacidad que no procede de las hadas, sino del propio Cataliades. Así descubrimos que el don de Sookie, no procede de su herencia como hada, sino de un regalo de un demonio al nacer. También entendemos como Niall y el resto de hadas de su familia, no se han puesto en contacto con Jason, él no posee la chispa esencial, y por tanto, no es interesante desde su punto de vista.

En el lado de las tramas vampíricas, Eric sigue tirándose a Sookie (en este libro sólo hay un polvo salvaje, ¿se estará volviendo la Harris mayor?), pero tienen problemas con el lugarteniente del nuevo rey vampiro Felipe de Castro. Así que resumiendo mucho, deciden cargárselo, protagonizando todos en Fangtasia una de esas escenas de violencia que tanto gustan a la autora. Sookie acaba horrorizada... vamos a ver, si en cada libro hay al menos un par de esas escenas, si tenía que estar ya curada de espanto. En fin... americanos sureños.

También descubrimos que el creador de Eric, Apio Ocella, antes de morir arregló el matrimonio entre Eric y la reina de Oklahoma, y Eric se ve obligado por las leyes vampíricas a casarse con ella, y por tanto anular su matrimonio con Sookie. Lo deja así en el aire, ¿cómo acabará? nuevamente habrá que esperar al siguiente libro (esto empieza a parecer la Historia Interminable, ya sabeis "esto es otra historia y deberá ser contada en otro momento"). Lo mejor es que Sookie, que gracias a la magia de Amelia ha conseguido romper el vínculo de sangre con Eric, se entera por Pam, lo que refuerza su amistad. Me gusta mucha su amistad.

Hay una escena que no quiero dejar de mencionar, y es que en un momento en que Sookie huye de unos matones mandados por Sandra Pelt (si, otra vez los Pelt, pero vamos en este libro ya los liquida para siempre), se refugia en casa de Bill. Como llueve, y para no dejar rastros de agua, se quita la ropa, y se mete así, como vino al mundo, en la guarida diurna del vampiro, que claro cuando despierta se la encuentra desnuda y a su lado. ¿¿¿??? vamos a ver, vamos a ver, Señora Harris, ¿a qué viene ésto? se supone que el triángulo Bill, Sookie, Eric, lo habíamos dejado atrás hace varios libros. No volvamos locos a los lectores. Además, ya sabemos que los seguidores de la serie de TV, que no saben de la misa a la media, porque la serie va por el cuarto libro y no saben lo que pasa a continuación, a lo que hay que sumar la manipulación que están haciendo los guionistas de la trama, son muy pro-Bill, pero los que leemos los libros, y sabemos toda la historia, somos por-Eric. Vale que últimamente Bill ha remediado un poco sus pecados, se ha disculpado mil veces, y parece que nos vuelve a caer bien, pero vamos que no nos vuelvan locos.

Para terminar, comentar algo que creo adivinar como lo va a desarrollar la autora en los próximos libros. Oculto en un mueble viejo de su desván, Sookie descubre un cludiel dor, un regalo de Fintan a su abuela. Cataliades la cuenta que es un objeto muy raro, creado por la magia de las hadas, que se suele regalar a los enamorados. Permite que se cumpla un único deseo, relacionado con el amor. ¿Cuánto nos jugamos a que Sookie acaba pidiendo que Eric vuelva a ser humano? así podrán envejecer juntos, y ser felices. Porque para vivir el resto de la eternidad juntos, bastaba con perdirle a Eric que la haga vampiro (vamos lo que había pedido yo, hace ya como siete libros), pero me da en la nariz que la autora, no es tan pro vampiro como yo (como me gustaría vivir para siempre, no envejecer... creo que he leido demasidos libros de vampiros, jeje) y va por esos derroteros. Ya veremos.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Septiembre

Este mes de septiembre está siendo muy raro para mi. Normalmente soy una persona extraordinariamente optimista, que siempre ve el lado positivo de las cosas, como si jugara permanentemente al juego de la alegría de Pollyanna, lo que me permite en la mayoría de las ocasiones encarar la vida con una sonrisa.

Pero ahora es diferente. Estoy triste, y es un estado de ánimo tan inusual en mi, que no sé como encararlo. Diversos problemas de salud a mi alrededor, que no vienen al caso enumerar, unido al estado general del mundo, hace que por primera vez en mi vida encuentre pocas cosas por las que estar alegre.

Mi madre dice que es porque pertenezco a una generación que nunca ha tenido problemas reales, que hemos crecido teniendo de todo, y con todas las oportunidades al alcance de nuestras manos. Y que por eso, la situación que vivimos actualmente nos desborda emocionalmente. No sé si será porque mi madre está en lo cierto, o porque odio la incertidumbre que rodea desde hace meses nuestras vidas, que se acredienta semana a semana, pero miro el futuro con unos ojos que parecen ajenos a mi. 

En febrero de no recuerdo si hace dos o tres años (lo siento, siempre he tenido muy mala memoria temporal) falleció de repente un primo mío a la edad de 35 años. Tuvo un infarto que le hizo fallecer en el acto. Aquello fue muy duro, no solo por el terrible hecho que supone perder a una persona querida, con la que has crecido, sino también porque me supuso por primera vez, tener concienza certera, tangible, inequívoca, de la absoluta fugacidad de la vida.

Polvo eres, y en polvo te convertirás.

Y siento como esa vida limitada se me escapa entre los dedos. Tengo 33 años, en enero cumpliré 34, y ¿qué tengo?: una casa que no es mía, y que no se me permite decorar porque se supone que pese a llevar aquí viviendo 4 años es un acomododo temporal. Sin por supuesto perspectivas de poder acceder a una vivienda propia (cuando teníamos dinero y trabajo, estaba el boom, ahora que bajan los precios, no tenemos dinero ni trabajo). Una pareja que lleva más de un año en paro, y que ya tiene planes para irse a trabajar al extranjero (por lo menos se quedaría en Europa. No hago más que pensar que los sudamericanos que dejan a sus familias al otro lado del mundo, y pasan años sin verlos. Ahora entiendo lo duro que resulta), se me parte el alma cada vez que lo pienso. Y si bueno, yo tengo un buen puesto de trabajo, en lo mío como se suele decir, ejerciendo la profesión para la que estudie, y en una empresa en la que me siento valorada, pero ya nada es eterno, en un segundo todo cambia, el mundo se derrumba a tu alrededor, la empresa puede empezar a ir mal, y todo a la porra.

En cuanto me quiera dar cuenta tendré 40 años, y me veo ... mejor no pensarlo.

Ya ni siquiera me queda la Literatura, que era mi eterno salvavidas. Hace meses que no escribo una palabra, no sé si es un bloqueo, o la vida me ha matado la inspiración. Ah, y nadie quiere publicar mi libro, claro, que quién iba a querer publicar con la que está cayendo un libro de relatos de una autora desconocida, y que seamos francos, a lo mejor es que no tiene talendo ninguno.

Tras escribir estas palabras, asoma tenuemente ni antiguo yo, y me recuerda, que tengo una familia estupenda, y un montón de amigos.  Supongo que no todo es tan malo a mi alrededor.

Por otro lado, hoy en leído en un periódico digital, que Grecia ha presentado de una vez quiebra. ¿Es el principio del fin de Europa? Hasta este año no había sido consciente de lo mucho que la economía influía en nuestras vidas. Tengo 33 años y quisiera tener un bebé, pero si tengo a mi pareja en el extranjero, y la puta economía no se recupera, ¿será posible? bueno, mi suegra (berlinesa) nació en pleno bombardeo aliado, supongo que a todo se puede sobrevivir.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Moderna de pueblo

El otro día estuve leyendo un comic, "Moderna de pueblo", que me hizo reir con ganas, algo que les aseguro tiene mucho mérito, pues una es seria como solo podemos serlo los castellanos.

Este comic cuenta las andanzas de una chica de pueblo que se muda a la gran ciudad (no dicen cual, pero creo que se trata de Barcelona), y todo su empeño es que no se la note que es de pueblo. Me hizo mucha gracias porque muestra detalles sobre la vida en las ciudades, que a aquellos que nacimos en una, se nos escapan por completo, amen de señalar pequeños vicios de los que se han mudado a una, habiendo nacido en un lugar más pequeño.

Por ejemplo, da el consejo de que cuando te pregunten de donde eres digas la provincia, no el pueblo, porque nadie lo va a conocer. O se muestra a si misma saliendo por la boca de metro equivacada, porque no sabía que podía haber varias.

Un amiga mía de Bilbao, siempre cuenta que cuando se vino a vivir a Madrid, le sorprendía como los madrileños le decían, "si está ahí al lado", para señalar lugares que a ella le parecían que estaban lejísimos. Comenta que lo que más le costó, fue aprender a relativizar las distancias. Otro amigo de Valencia, dice que a él le estrañaba que la ciudad nunca se acabara, que detrás de unos edificios, siempre había otros, e inconscientemente buscaba el mar en el horizonte.

Los que hemos nacido en grandes ciudades, yo creo que nunca nos planteamos estos temas. Para nosotros todo es natural y siempre ha sido así. Además, estamos tan acostumbrados a conocer gente de fuera que se ha mudado aquí, que tampoco nos llama la atención. Jamás, pensé que para ellos era un gran cambio, que tuvieran que cambiar costumbres, y amoldarse a nuestra forma de comportarnos para pasar desapercibidos.

En el comic, la protagonista se lanza a la aventura de aprovechar la máximo las oportunidades (de ocio) de la ciudad. Sobre todo las moderneces. Jamás pensé que una ciudad española hubiera tantas cosas, si parecía NY (de hecho, por momentos parecía Sexo en NY). Será cuestión de salir más, aunque una no es especialmente moderna, sino más bien del montón, tirando a bohemia.

Al final, la ciudad se le queda pequeña y se muda Londres. Que envidia. Supongo que el siguiente paso será NY. Son dos ciudades, que a una servidora, urbanita militante, siempre le han fascinado.

Hubo muchos otros detalles que me hicieron reir, como la protagonista y un amigo en la cola de un cine de reposición, cantando, Movirecord, que nostalgia.

Por cierto, de toda la fauna y flora urbanita que muestra, yo sería el amigo/a cultureta jajaja. Si hasta la lleva a un cine de versión original, no me pude sentir más identificada.

martes, 6 de septiembre de 2011

El fin del mundo

Hoy los titulares de los periódicos, decían que el temor ante una quiebra de Grecia, hacía caer de nuevo los mercados, y amenazaba con haber una nueva recesión.

Todo son buenas noticias.

Llevo unos días en los que me he refugiado en mi burbujita, huyendo del mundanal ruido, sin que nada me perturbe. ¿Por qué? porque parece que estemos a las puertas del fin del mundo. No quiero ver el telediario, ni leer los periódicos, ni hablar con nadie de la actualidad. Si por casualidad enciendo la televisión y sale por ejemplo, un político, cambio inmediatamente de canal.

Si te abstraes de las noticias, ves que el mundo continúa, que no se ha detenido en ningún instante. Que en los bares hay gente, en los parques niños, que la vida sigue, mal que pese a muchos. Sin embargo, unos pocos se empeñan en que pensemos lo contrario, y lo que es más, como según su parecer estamos mal, no van a parar hasta que lo estemos realmente, hasta conseguir vernos donde quieren, hundidos.

Estoy harta, a partir de ahora buscadme en mi burbuja.