Todo escritor escribe para ser leído,
lo reconozca o no. Muchos dicen que lo hacen como forma de expresión, o como
una manera de desahogo, y es cierto, pero el destino final, siempre, es ser leído,
algo que tradicionalmente se ha hecho a través del mundo editorial.
Todos hacemos lo mismo. Cuando
terminamos un manuscrito, lo registramos y comenzamos el envío masivo a todas
la editoriales que podamos, cuantas más mejor. Es obvio que los editores
reciben muchísimos manuscritos, pero su forma de enfrentarse a ellos y sus
autores es muy variada, y en muchas ocasiones no tiene nada que ver con el
tamaño de su editorial.
Mi marido siempre compara el
intentar publicar con buscar un empleo, por lo arduo e infructuoso de la tarea.
La mayoría directamente ni te responden, lo que me parece que aduce de una falta de educación de proporciones bíblicas. No cuesta nada mandar una cartita o un correo electrónico rechazando el libro, aunque sea una carta tipo de esas de "no entras en nuestra línea editorial", da igual, por lo menos te han respondido, y no te quedas esperando por los siglos de siglos.
Luego están las que te dicen
directamente es su Web que no admiten manuscritos, y que no estudian los no
solicitados. A mi eso me parece una prepotencia increíble, es como decir, a ver,
vosotros, escritores no conocidos de mierdecilla, como oses mandarnos tu no
solicitado ejemplar te vamos a mirar por encima del hombro sin perdonarte la
vida. Se les olvida que hasta J.K Rowling fue en algún momento una autora
novel, y que una editorial sin los escritores, no es NADA.
También tenemos las supuestamente
enrolladas, que ponen en su Web toda una parafernalia relativa a que ellos
apoyan a los autores, y que si, que mandes tu ejemplar, y puede que hasta te manden
un correo diciendo que pasas al comité de lectura. Pero luego no se molestan en
contestarte, ni para darte una negativa.
Finalmente están las editoriales
serias, las que se leen todo lo que les llega, aunque sean editoriales
realmente grandes, y que pasados unos meses, se dignan remitirte una carta,
hasta incluso teniendo el detalle de devolverte el ejemplar enviado (que la
encuadernación no nos la regalan), acompañada de una educada carta de rechazo. Da
gusto.
Señores editores, la educación y
la humildad, son dos cualidades que nunca debieran olvidar, por muchos
ejemplares que reciban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario