sábado, 12 de febrero de 2022

El siglo de Delibes

 

Cuando recibí el encargo de AEN de escribir un artículo sobre la figura de Miguel Delibes para la revista YLatina, reconozco que sentí cierto vértigo, porque ¿cómo resumir en unas líneas lo que ha supuesto para la lengua castellana? ¿cómo transmitir a aquellos que aún no conozcan su vida la inmensidad de su persona? es más ¿cómo explicar el papel que ha tenido en mi, como lectora primero, y como autora después? La tarea se me antojaba algo hercúlea.

Y es que hay escritores que son mucho más que eso, no sólo porque nos legan un compendio de obras, ya sea en narrativa, lírica, ensayo o dramaturgia, sino porque son personalidades cuya fuerza trasciende a la palabra escrita, y merecen ser recordados por su trayectoria profesional, su vida personal, y la fuerza de su pensamiento como un todo unido; ese es el caso de Miguel Delibes, de cuyo nacimiento se cumplen ahora 100 años.

 Miguel Delibes nació, como todo acólito sabe, en Valladolid, y llego al mundo de la palabra escrita casi por casualidad. Estudiaba perito mercantil, y dadas sus buenas dotes para el dibujo comenzó a hacer ilustraciones para El norte de Castilla, del que llegaría a ser director, con el fin de ganar algo de dinero, acabando por uno de esos grandes malabarismos del destino de redactor, momento en el que se percató que no se le daba mal del todo aquello de escribir.

Irrumpió en el panorama literario con "La sombra del ciprés es alargada", novela que refleja como pocas el sentir de la juventud en la postguerra, de manera que en ocasiones pareciera que narrara más que una historia, un estado de ánimo, el de la pesadumbre y la desesperanza. E irrumpió por la puerta grande, ganando el premio Nadal, que como todos en el mundo literario conocemos, si bien no es el de mayor dotación económica, si es el galardón que garantiza, aún hoy, el prestigio y la calidad literaria.

Tras esta primera novela llegaron muchas otras, caracterizadas todas ellas por una prosa clara y transparente, austera diría, desprovista de cualquier artificio innecesario; una voz única y personal, con la que sobre todo nos transmitiría a las generaciones venideras su inmenso amor por la naturaleza y el medio rural.

Muchos españoles se asomaron por primera vez a su mundo a través de "El Camino", pues durante muchos años fue de obligada lectura en los colegios. No fue mi caso, a mi generación nos hacían leer "Cinco horas con Mario" ya estando en B.U.P, sin embargo, Delibes no era en ese momento un desconocido para mi, pues he de decir que llegué a su obra a través de mi madre, lectora compulsiva, y devota admiradora del narrador vallisoletano.

Para mi madre hay tres figuras absolutamente intocables, Gabriel García Márquez, Miguel Delibes, y Paul Newman. ¡Ay del pobre que ose criticarlos delante de ella!

 Así pues, en cuanto llegué a una edad que ella consideró medianamente prudencial, me colocó alguno de sus libros entre las manos, de manera totalmente desordenada tengo que decir. Lo primero que leí fue " El Príncipe destronado", al que siguieron "El disputado voto del señor Cayo", "La sombra del ciprés es alargada" y "Los santos inocentes". Me impresionaron sobremanera. Yo crecí en una familia de clase media de una gran ciudad, por lo que situaciones como la desesperanza de la postguerra, la pobreza extrema, o las tensiones de las primeras elecciones, me eran totalmente desconocidas. El golpe más certero lo supuso "Los santos inocentes", yo apenas si era un indicio de adolescente y ese, "Milana bonita", resonó mucho tiempo en mi cabeza.

Probablemente muchos pensarán que hubiese sido mucho más certero comenzar, sobre todo a esa edad, con "El camino" o "Las ratas", pero sospecho que un inusitado interés por parte de mi progenitora en darme a conocer la injusticia social, se mezcló con el hecho de que en mi casa los libros se amontonaban por todas partes, y no resultaba sencillo ordenar lecturas, para eso tendría mi padre que haber puesto orden en aquella biblioteca con muebles en la que vivíamos, y viven, algo que aún no ha llevado a cabo, pues no es inusual que compre por duplicado e incluso triplicado algunos títulos, porque no sabe lo que tiene.

Llegada a la edad adulta descubrí la otra gran faceta de Miguel Delibes, su desmesurado amor por la naturaleza y la vida sencilla del campo. Un ecologista previo al despertar de dicho movimiento, un visionario sin duda de que lo habría de acontecerle al planeta, que lloraba por la pérdida de ese modo de vida que nos mantenía en permanente contacto, y respeto, con la Madre Naturaleza. Testimonio de ello son "La tierra herida", "Un mundo que agoniza", incluso "La caza", "Diario de un cazador", o "Castilla habla", y por supuesto el apabullante discurso pronunciado con motivo de su ingreso en la Real Academia de la Lengua en 1975. Greenpeace apenas había nacido 4 años antes en Canadá.

Yo nací en Madrid, pero tan sólo una generación me separa de la vida en el entorno rural de lo que hoy se conoce como España vacía, y veo en la obra de Delibes profundos ecos de ese modo de vida del que me hablaban dos de mis abuelos, una en una aldea de Lugo, y otro en un pueblo de Soria. Quiero pensar que en el fondo gran parte de los españoles tenemos dentro de nosotros una pequeña parte del bagaje cultural, y el inmenso patrimonio humano, que nos legaron nuestros ancestros, y que tan magistralmente plasmó Delibes.

En su discurso de ingreso en la Real Academia de la lengua, focaliza toda la atención en el peligro del progreso mal entendido y su consiguiente agresión a la naturaleza. Me pregunto que pensaría de conocer los tiempos que vivimos, con los incendios asolando impunemente el Amazonas, mientras el planeta entero se encierra en casa huyendo de un virus mortal..., ¿qué obra hubiera escrito? ...

Sus últimos años nos dejarán como regalo dos de sus mejores creaciones, "Señora vestida de rojo sobre fondo gris", de alguna manera una preciosa declaración de amor a su fallecida mujer, y "El hereje", su última novela, y magnífico broche final a una trayectoria literaria como ha habido pocas. Con su muerte se apagada la voz de un narrador ya para siempre inmortal, testigo de una Castilla que desaparece, pero que gracias a él perdurará para siempre entre las páginas de sus libros.

Y no quisiera acabar este artículo sin incluir una cita que creo resume como pocas quién era, o mejor dicho quien es, porque vivirá de alguna manera mientras tenga lectores, el gran Miguel Delibes:

(...) Porque si la aventura del progreso, tal como hasta el día la hemos entendido, ha de traducirse inexorablemente, en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia y la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la Naturaleza; del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación del hombre por el hombre y la exaltación del dinero, en ese caso, gritaría ahora mismo, con el protagonista de una conocida canción americana "¡Qué paren la Tierra, quiero apearme!"

                                                           Miguel Delibes.

"El sentido del progreso desde mi obra".

Discurso leído el 25 de mayo de 1975 en el acto de su recepción pública en la Real Academia Española.

artículo publicado en la revista YLatina con ocasión del centenario del nacimiento de Miguel Delibes, disponible en https://issuu.com/aenoveles/docs/y_latina_diciembre_2020

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