martes, 29 de noviembre de 2011

El gordo

He leído que Mariano Rajoy va a tomar posesión de su cargo el 22 de diciembre. Mira por donde, este año la lotería de Navidad nos trae un nuevo Presidente del Gobierno.

Muchos creen que con el cambio de Gobierno, o mejor dicho con el cambio de signo político del Gobierno, vamos a salir de la crisis. Ójala fuera tan sencillo, y no lo digo porque no desearía que fuera así, de verdad desearía que fuera tan fácil, pero hace falta mucho más que un cambio en la dirección del país para que mejore la economía.

Además, durante los ocho años que Rajoy ha estado en la oposición, no ha aportado ninguna solución, no le ha dicho a Zapatero yo haría esto o lo otro, no, simplemente se ha limitado decir no a todo, y a crispar más el ambiente.

Con ésto no estoy diciendo que Zapatero haya gestionado bien la crisis, que va a ser que no, vamos a contribuido bastante a hundirmos más si cabe.

Por otro lado, y aunque es innegable que la economía española está por los suelos, no creo que la cifra de parados sea real, ya que si fuera así habría habido un estallido social, y no me refiero a un 15 M, sino más bien a una revolución. Lo que creo que es tenemos mucha economía sumergida, y mucha picaresca, que nos olvide que estamos en el país de Rinconete y Coradilo.

En fin, que a ver si la lotería de Navidad, este año nos trae algo más que un cambio en el Gobierno.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Nos hundimos en el Mediterráneo

El Mare Nostrum, que decían los romanos, es más nostrum que nunca, y es que parece que los paises mediterráneos nos hundimos inexorablemente.

De un tiempo a esta parte no veo la televisión, no leo el periódico, y en la radio solo oigo música, porque en el reino de la inopia soy mucho más féliz. Sin embargo, en los tiempos que corren es imposible mantenerse al margen de todo lo ocurre a nuestro alrededor, y entonces es cuando te deprimes.

Mientras escribo estas líneas mi pareja está viendo un reportaje sobre la II Guerra Mundial, que me está terminando de arreglar el estado de ánimo. Porque los fallecidos eran personas que vivían en Europa, no hace muchos años, y que antes de que estallara llevaban vidas muy parecidas a las nuestras. Mi profesor de economía decía que no hay nada como una guerra para acabar con una crisis económica, y ese pensamiento me da miedo. ¿Cómo acabará todo ésto? solo el tiempo lo sabrá.

Dicen que el s. XX fue el más convulso de la Historia, pero el XXI ha empezado cojonudo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

La Montaña mágica

Hola de nuevo,

He estado más de un mes sin ordenador en casa, así que no he podido escribir nada aquí. Madre mía que mono tenía, jamás pensé que esto de tener un blog me iba a enganchar tanto, estaba deseando volver a "desahogarme" cibernéticamente.

Para celebrar este nuevo comienzo, os dejo una reseña que publiqué hace tiempo en la Web literaria, Mundo Palabras, sobre el libro que da título al blog, la Montaña mágica de Thomas Mann.

La Montaña mágica:

La Montaña mágica, es la gran obra maestra de Thomas Mann, y sin duda alguna una de las cumbres de la narrativa del siglo XX. A Mann le fue concedido el premio Nobel por su primera novela Los Buddenbrook, ya que en aquel momento se concedía a una obre concreta, pese a lo cual la fama internacional le llegó tras la magnífica adaptación al cine, por parte de Visconti, de su novela corta La Muerte en Venecia; sin embargo, ha sido gracias a este libro que su nombre figura con mayúsculas en la historia de la Literatura.

Escrita durante el periodo de entreguerras, pero situada en los años previos a la Primera Guerra Mundial, nos cuenta la historia de Hans Castorp un ingeniero de Munich de familia acomodada, que decide pasar unas vacaciones visitando a su primo Joachim, que aquejado de tuberculosis se encuentra ingresado en un hospital de los Alpes suizos. Una vez allí, los médicos descubren que el propio Hans padece la misma enfermedad, y le recomiendan el ingreso, pasando así a formar parte de la curiosa familia que habita en aquel lugar.

Esta sencilla premisa argumental, no es más que un astuta excusa del autor para situar a los personajes en un entorno que nada aporta al desarrollo de la historia, envueltos por una rutina presa de un sin fin de comidas y reposos envueltos en mantas sobre una chaise longe al aire libre, donde las voces de los protagonistas se convierten en dueños absolutos de la acción.

Durante más de 700 páginas, literalmente oiremos los diálogos entre Joachim y su primo, con los inolvidables Nafta, Septembrini, el señor Alvín… Así en un lugar, con personas procedentes del todo el continente europeo, donde los rusos comen por separado en función de si son ordinarios o refinados, y el arte de envolverse en mantas adquiere dimensiones casi sagradas, se nos irán mostrando las distintas corrientes filosóficas o artísticas, que hacen que la cultura occidental sea lo que es, y no otra cosa, llegando a desgranar que es lo que nos une y nos separa a los distintos europeos como pueblo único.

Sin embargo, este libro encierra una trampa agazapada entre sus últimas páginas, y es que esas personas tan cultivadas, que no tienen nada mejor que hacer que entregarse a interminables diatribas, verán alterado todo su mundo ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, que les obligará a abandonar su aislado refugio y enfrentarse al mundo real.

Con este magistral cambio de registro, Mann le da, en apenas dos hojas, la vuelta al significado completo del libro, mostrándonos que todo aquello que hasta ese momento parecía querer ensalzar, no era sino una feroz crítica de los planteamientos y actitudes que llevaron a la entonces conocida como Gran Guerra.