sábado, 4 de mayo de 2013

Misión Olvido:


El segundo libro de María Dueñas, "Misión Olvido", marca un cambio de registro respecto de su anterior novela "El tiempo entre costuras". Si su primera novela nos llevaba hasta el Marruecos colonial y el Madrid de la postguerra, para sumergirnos en un relato de aventuras y espionaje, con ecos del diecinueve, su segunda publicación nos lleva al mundo de las universidades norteamericanas, con el trasfondo del desamor y las segundas oportunidades.

La protagonista es nuevamente una mujer fuerte, que tiene que rehacer su vida tras un desafortunado divorcio, para lo cual se traslada al otro lado del mundo, en concreto a la pequeña localidad de Santa Cecilia en California, para, con el pretexto de hacerse cargo de organizar el legado de un antiguo profesor universitario de literatura española, Andrés Fontana, tratar de recomponer los trozos de su vida.

En Santa Cecilia se encontrará con un ambiente universitario muy diferente del que ella está acostumbra en la Facultad de Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid, así como una serie de personajes (hispanohablantes, por supuesto), que la harán olvidarse por un momento de su tragedia personal, y centrarse en precisamente el trabajo que era la excusa para ir allí, el profesor Andrés Fontana. 

En paralelo, y en capítulos alternos, la autora nos cuenta la vida de Andrés Fontana. De como un afortunado apadrinamiento le permitirá, pese a sus humildes orígenes, primero obtener el título de bachiller en una España llena de analfabetos, y segundo obtener un titulo universitario, para finalmente acabar sus días como profesor en diversas universidades americanas, tras imponerse un autoexilio voluntario ante el estallido de la Guerra Civil.

La historia de Andrés Fontana dará paso a la de su discípulo, Daniel Carter, quien emprenderá el viaje inverso, de Estados Unidos a la España de los años 60, en busca de información para una tesis doctoral sobre Ramón J. Sender. Algo que le llevará a estar unido de por vida a nuestro país.

En el presente (o en el pasado, ya que la historia se sitúa en los albores del S.XXI), un Daniel Carter convertido en académico de prestigio en su país, guiará los pasos de la protagonista, no sólo para desentrañar que hay detrás de los papeles que Fontana legara a su Universidad, sino también para poner un nuevo rumbo a su vida.

Finalmente descubriremos que Misión Olvido no es el objetivo de la protagonista, sino el nombre de una misión franciscana de la época de la conquista española, que estuvo asentada en Santa Cecilia en los mismos terrenos en los que ahora quieren construir un centro comercial. Construcción que se verá trastocada al terminar la protagonista y Carter de poner orden en los papeles de Fontana, quien había dedicado sus últimos años a estudiar las misiones franciscanas en California, para terminar descubriendo una misión que había quedado relegada al olvido.

La novela te mantiene en vilo y avanza con ritmo creciente hacia un final que no hace justicia al resto de la narración. En mi opinión una historia tan bien trazada merecía un final menos previsible, o que al menos lo ha sido para mi. Es el único pero que le pongo a este libro.

Mención aparte merece la construcción de los personajes de Daniel Carter, y esa portera del Madrid más profundo que les da alojamiento a él y su maestro, con varias décadas de diferencia. Son todo un logro narrativo, ya que los lectores podemos sentir con Carter, descubrir con él nuestro propio país (lo que será toda una muestra de nuestra cultura e idiosincrasia para lectores extranjeros), y ver asimismo reflejada una parte de nuestra historia en esa sencilla portera, que refleja tan bien quienes hemos sido, no hace tanto tiempo.

Pese a la decepción del final, me ha dejado un buen poso. He disfrutado con su lectura, y creo que Daniel Carter pasará a ser uno de esos personales literarios grabados en nuestro subconsciente.

Además este libro es especial, porque lo he leído a ratos robados de necesaria evasión ante una nueva y abrumadora realidad en mi vida. A retazos a las cuatro de la mañana mientras esperaba que acabara el esterilizador, entre tomas, y sobre todo en el banco de un parque... porque la lectura de este libro, se corresponde con el primer mes de vida de mi hijo.

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