jueves, 27 de junio de 2013

El mundo editorial:


Todo escritor escribe para ser leído, lo reconozca o no. Muchos dicen que lo hacen como forma de expresión, o como una manera de desahogo, y es cierto, pero el destino final, siempre, es ser leído, algo que tradicionalmente se ha hecho a través del mundo editorial.

Todos hacemos lo mismo. Cuando terminamos un manuscrito, lo registramos y comenzamos el envío masivo a todas la editoriales que podamos, cuantas más mejor. Es obvio que los editores reciben muchísimos manuscritos, pero su forma de enfrentarse a ellos y sus autores es muy variada, y en muchas ocasiones no tiene nada que ver con el tamaño de su editorial.

Mi marido siempre compara el intentar publicar con buscar un empleo, por lo arduo e infructuoso de la tarea.

La mayoría directamente ni te responden, lo que me parece que aduce de una falta de educación de proporciones bíblicas. No cuesta nada mandar una cartita o un correo electrónico rechazando el libro, aunque sea una carta tipo de esas de "no entras en nuestra línea editorial", da igual, por lo menos te han respondido, y no te quedas esperando por los siglos de siglos.

Luego están las que te dicen directamente es su Web que no admiten manuscritos, y que no estudian los no solicitados. A mi eso me parece una prepotencia increíble, es como decir, a ver, vosotros, escritores no conocidos de mierdecilla, como oses mandarnos tu no solicitado ejemplar te vamos a mirar por encima del hombro sin perdonarte la vida. Se les olvida que hasta J.K Rowling fue en algún momento una autora novel, y que una editorial sin los escritores, no es NADA.

También tenemos las supuestamente enrolladas, que ponen en su Web toda una parafernalia relativa a que ellos apoyan a los autores, y que si, que mandes tu ejemplar, y puede que hasta te manden un correo diciendo que pasas al comité de lectura. Pero luego no se molestan en contestarte, ni para darte una negativa.

Finalmente están las editoriales serias, las que se leen todo lo que les llega, aunque sean editoriales realmente grandes, y que pasados unos meses, se dignan remitirte una carta, hasta incluso teniendo el detalle de devolverte el ejemplar enviado (que la encuadernación no nos la regalan), acompañada de una educada carta de rechazo. Da gusto.

Señores editores, la educación y la humildad, son dos cualidades que nunca debieran olvidar, por muchos ejemplares que reciban.

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