jueves, 27 de junio de 2013

Una vacante imprevista:


Una vacante imprevista, es la primera incursión de J.K. Rowling en la Literatura para adultos. Y sinceramente, tengo que decir que me ha sorprendido, y mucho.

Yo he sido de esos adultos que han leído la saga de Harry Potter, con la misma avidez que un niño, y no me esperaba un cambio de registro tan abrupto. La autora ha dejado a Ron, Harry y Hermione, muy lejos.

Hay que comenzar por decir que se trata de un libro duro, muy duro, donde se degüella a la sociedad británica, a través de sus distintas clases sociales. Por como está narrado, se vislumbra el origen humilde de la autora, y su apoyo a aquellas personas que deciden mejorar en la vida a través del esfuerzo propio.

La acción se sitúa en el idílico pueblo de Pagford, en el West Country inglés. Se nos plantea un escenario de cuento de hadas, el típico pueblecito con una bonita plaza, una abadía gótica, y muchas casas todas iguales. Pero entre Pagford y la vecina ciudad de Yarvil, se ubican Las Prados, una barriada de casas de realojo a la que nadie quiere acercarse ni enfrentarse.

La protagonista, Krystal Weedon, es una adolescente de dieciséis años, que asiste al instituto en Pagford, pero que vive en Los Prados con su madre yonqui y prostituta, y su hermano de tres años, al que ella cuida.

La novela comienza cuando uno de los concejales del Ayuntamiento de Pagford, Barry Fairbrother muere repentinamente, dejando una concejalía vacante, ahí el título de la novela. Poco a poco, descubriremos que el acaudalado Fairbrother al que todo el mundo quería en Pagford, había crecido en Los Prados, y salido de allí gracias a su arrojo y buenas notas, y era a su vez la única persona que quería ayudar a Krystal, en la que se veía a si mismo.

No voy a desvelar más del argumento, porque esta novela merece ser leída, y que el lector descubra las sorpresas que se encierran tras los muros de las casas de Pagford, así como el impactante final. A mi me ha dejado varios días pensativa, y con un sabor de boca agridulce.

Es una novela de las que te atrapan sin remedio, buscando cualquier momento para dedicarlo a su lectura. Como ya hiciera en la saga de Harry Potter, maneja con soltura a un gran número de personajes, pues vemos desfilar ante nuestras narices a prácticamente todo el censo de Pagford y gran parte de Los Prados, dotando asimismo a cada personaje de unas características propias y bien definidas.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención, es todo el sistema de ayudas británico. Tienen una de las peores sanidades públicas del mundo, y por otro lado hay tantas ayudas sociales que hay gente que se puede permitir vivir toda su vida sin trabajar, y hasta tienen garantizada una vivienda. Eso en España es impensable. Otra cosa chocante, es el nivel educativo en las escuelas públicas, Krystal Weedon, ha sido escolarizada toda su vida, y a sus dieciséis años apenas sabe leer, me parece absolutamente increíble. En contraposición, las gemelas Mollison reciben una carísima y esmerada educación en un colegio de pago. ¿Y ese se supone que es uno de los principales países de Europa? por lo menos autocrítica no les falta.

Mención aparte merece el personaje de Robbie Weedon, el hermanito de Krystal, ese desvalido niñito de 3 años, desatendido y sucio en aquel horrible ambiente, del que sólo se preocupa su hermana. Probablemente me ha tocado más la fibra sensible porque mientras leía el libro, tenía a mi lado en su hamaquita a mi bebé de tres meses.

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