jueves, 8 de diciembre de 2011

China

Hoy he visto en las noticias, que China sufre las consecuencias de una gigantesca burbuja inmobiliara, de forma que solamente en Pekin hay más de 60.000 pisos vacíos. Pero que pena me dan...

No es ningún secreto para todos aquellos que me conocen, que no tolero los abusos de la política económica china, o para ser más exactos, de su uso y abuso sistemático de esa arma arrojadiza que es la competencia desleal, asumida, e inexplicablemente tolerada, por otros Estados soberanos. Y no es que tenga algo en contra de los chinos, por favor que nadie lo piense al leer estas líneas, no se trata de eso, todo lo contrario, admiro a ese pueblo que aportó en el pasado grandes inventos que cambiaron la humanidad, como mi querido papel, y que ante penurias económicas no ha dudado en emigrar, ignorando diferencias culturales y barreras lingüisticas.

Lo que ocurre, para empezar, es que no tolero a su gobierno. Dudo que haya alguien que lo haga. No sólo por el abominable hecho de que se trata de una cruenta dictadura (parece que ya nadie se acuerda de Tian´anmen, y les aseguro que yo lo tengo muy presente), que sin ir más lejos el año pasado vetó la comunicación de la concesión del Premio Nobel de la Paz a un activista que lleva décadas en la cárcel, y no permite a sus ciudadanos algo tan básico como el libre acceso a internet. Sino también, y tengo que reconocer que de un tiempo a esta parte, de forma más preeminente por sus políticas económicas.

Y es que es indudable, China ha logrado la cuadratura del círculo, el capitalisto salvaje comunista.

Como todos sabemos, la mayor parte de las empresas de Occidente se han llevado sus fábricas a China. Lo hacen al calor de salarios bajos, y abaratamiento de costes. Una fuga de producción consentida por todos los gobiernos. ¿Pero es qué somos idiotas?

Hace siglos, Castilla vendía su excelente lana merina a Inglaterra, para luego comprarle el paño que fabricaba con dicha lana. Algo que supuso un paulatino e imparable empobrecimiento de Castilla. Y como ignoramos totalmente aquella máxima de Cánovas del Castillo, que decía que hay que conocer bien la Historia para no repetir los errores del pasado, pues nada, ahora dejamos que todos los puestos de trabajo se vayan a China, y luego compramos sus productos desechando los de producción propia.

Pues si, Occidente es idiota, pero mucho.

Yo defiendo como nadie el derecho de todos los pueblos a buscar una vida mejor. El estado del bienestar, y la extensión de la clase media, deberían dejar de ser un privilegio de unos pocos países, para convertirse en la situación general de todas las naciones. Pero no a costa de hundirnos al resto.

El hecho de que sus salarios sean más bajos se debe a que trabajan en condiciones de semiesclavitud (menos mal que son comunistas, y el comunismo es la dictadura del proletariado, que si no....), y lo que es más importante, la calidad de la fabricación es ínfima. No estoy descubriendo nada nuevo, todos sabemos que aquello que se fabrica en China es una porquería, muy barato, eso si; de hecho los nuevos ricos chinos, se niegan a comprar productos fabricados en su país, porque buscan calidad.

Por lo menos el paño de los ingleses era bueno, con los siglos nos hemos idiotizado más.

Además, su gobierno utiliza armas económicas, como una perpetua devaluación artificial de su moneda, el yuan, de manera que al cambio resulte mucho más ventajoso comprarles a ellos que a otras economías emergentes. Eso tiene un nombre, competencia desleal.

Al hecho de que estamos perdiendo puestos de trabajo en Occidente, porque nuestras empresas se llevan la producción a China, y somos tan estúpidos de comprar luego sus productos, pese a ser de inferior calidad y por tanto, durar menos, simplemente porque son más baratos, aunque perjudiquemos con ello a las pocas empresas que aún operan aquí, y poniendo en peligro nuestros propios empleos, hay que añadir el masivo desembarco de comerciantes chinos.

Vuelvo a decir lo mismo que he dicho antes, no tengo nada en contra de los chinos, ni de aquellas personas que luchan por lograr un futuro mejor. Pero creo que no lo están haciendo bien. Ni nuestros gobiernos tampoco, ¿a qué esperan para imponer aranceles aduaneros, sancionarles por políticas de competencia desleal, y falta de respeto a los derechos humanos?

España es un país con un tejido industrial compuesto básicamente por pymes, donde el pequeño comercio crea tradicionalmente la mayor cantidad de eso tan escaso como es el empleo estable. O por lo menos lo era hasta hace unos años. Todos hemos visto como en los últimos años el aspecto de muchas de nuestras calles cambia, donde antes había pequeño comercio, ahora solo hay tiendas de chinos, venden alimentación, ropa, manicura... sus comercios florecen como las setas en otoño. Venden más barato, y no se puede competir, no respetan los horarios de cierra, y no se puede competir, no pagan impuestos ni licencias, y eso es una clamorosa injusticia.  Pero la gente les compra.

Vamos a ver, es que no somos conscientes de que con su actitud están haciendo saltar por los aires todos los derechos sociales que tanto nos ha conseguido lograr a los europeos (vuelvo a repetir, menos mal que son comunistas, que si no...). Los trabajadores tenemos derecho a percibir un salario justo, a tener horarios que nos permitan tener vida más allá de nuestra ocupación, a tener vacaciones... algo que ellos ignoran por completo. Mucha gente pensará, yo lo he pensado muchas veces, que porque otras personas no abren negocios como los suyos, pues la respuesta es simple, primero porque el resto de comerciantes, sean de la nacionalidad que sean, respetan los horarios de cierre y apertura (¿de verdad necesitamos comprar una docena de huevos a las 23:30 hs. de la noche o un pantalón vaquero un domingo?), pagan impuestos y licencias, y lo que es más importante, salarios.

Además, todo lo anterior, el haber desarrollado en unos pocos años, una economía que al resto de países nos ha costado un par de siglos, creo que les va a pasar factura a los propios chinos. En primer lugar porque creo que están destrozando su medio ambiente, segundo, porque un mejor nivel económico debería traducirse en una mejor calidad de vida (por favor, que aprendan algo de nosotros), y tercero, porque algo que crece tan deprisa podría traducirse en un castillo de naipes.

Y así vuelvo al comienzo de esta entrada, China acusa el posible fin de la mayor burbuja inmobiliaria del mundo. ¿Nos suena? por desgracia si.

Por eso, yo hace mucho que no compro en tiendas regentadas por chinos, o al menos no lo haré, hasta que comiencen a jugar las mismas reglas del juego que el resto de comercios; y no compro nada fabricado en China. Por favor, a partir de ahora, cuando vayan a comprar algo, miren la etiqueta, y antes de pagar, tengan un pequeño momento de reflexión, y piensen en Tian´anmen, en las cárceles llenas de disidentes del régimen, en la falta de respeto a los trabajadores, al derecho a un salario justo, al respeto a la calidad de la mercancía, en nuestras empresas que no pueden sobrevivir a su competencia, y luego si quieren cómprenlo.

Para terminar, sólo decir que hay otras economías emergentes, como Brasil o Perú, que logran progresar únicamente a base de mucho esfuerzo y trabajo.

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